Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1858-1860 (Cortes de 1858 a 1863)
Sesión: 8 de abril de 1859
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: n.º 93, 2.499 a 2.505
Tema: Acta de Castrojeriz

El Sr. SAGASTA: Señores, las proporciones, inmerecidas a mi entender, que iba tomando la cuestión electoral de Castrojeriz, los curiosos a la par que graves incidentes que surgieron de este debate, y la reprensible actitud del Gobierno y su más reprensible conducta en este asunto, me impulsaron anteayer a pedir la palabra, y me obligan a hacer use de ella en este momento. Ya supondrá la Cámara que no me levanto con ánimo de conseguir un resultado conforme a mi opinión. Si los Diputados se levantasen aquí únicamente cuando sus palabras hubieran de alcanzar un resultado inmediato conforme con sus opiniones; no molestaría hoy la atención del Congreso. No me hago la ilusión de conseguir que con el voto que dé [2.499] hoy la Cámara vaya a destruir el voto que dio bajo otra forma el día de anteayer, por más que los precedentes que hay sobre este asunto me dieran alguna esperanza de buen éxito en este caso particular.

Presentóse el voto del Sr. Alonso Martínez, y después de discutido ampliamente, después de haberse expuesto en pro y en contra de este voto todas las razones que había, fue tomado en consideración, con lo cual se prejuzgaba sin duda alguna esta cuestión en cierto y determinado sentido. Convengo en que tratándose de una proposición de ley, o voto particular de alta importancia, los Diputados que no estén conformes ni con su espíritu ni con su tendencia, ni aun con la forma siquiera de la proposición, la tomen en cuenta sin prejuzgar cuestión de ninguna especie. Los amantes del sistema representativo debemos tomar en consideración toda proposición que no sea inconveniente o que ofenda al decoro de la Cámara, aunque no estemos conformes con su espíritu y letra, sin que al tomarla en consideración se prejuzgue nada, porque se hace sólo para esclarecer una cuestión importante, y en la esperanza de que el estudio y la luz que arroja, el debate puedan modificar las ideas del autor de la proposición y armonizarlas con las que se crean antes acertadas.

Pero cuando se trata de un voto particular concreto, que no es más ni menos que lo contrario de lo que dice el dictamen, ¿qué significa la votación positiva, por ejemplo, del voto particular? Significa la votación negativa para el dictamen, porque podía no haberse presentado voto particular, y sin embargo, estar en la votación contraria al dictamen envuelto ese mismo voto implícito entonces, explícito ahora. No hay duda, pues, de que el haber tomado la Cámara en consideración el voto particular, quería decir que desaprobaba los hechos ocurridos en la elección de Castrojeriz.

Pero al día siguiente se levanta un Sr. Diputado, uno sólo, porque uno sólo combatió el voto particular, el Sr. Suárez Inclán, pronuncia un discurso, se vota enseguida después de una réplica del Sr. Alonso Martínez, y el voto particular que había sido tomado en consideración por la Cámara, es por la Cámara desechado. Este precedente me autorizaba a esperar que el Congreso pudiera votar hoy en contra del dictamen de la mayoría de la Comisión, ya que había votado en contra del voto particular; pero no me hago esta ilusión, porque ni cuento con la elocuencia seductora del Sr. Suárez Inclán, que supo convencer a algunos Diputados de lo contrario de lo que antes estaban convencidos, ni la causa que defiendo será tan buena sin duda como la que defendió al otro día S.S. Deber mío es, sin embargo, alzar hoy mi voz, por más que esté convencido de no conseguir un resultado inmediato. No me levanto a defender ni atacar a ninguno de los dos contendientes. ¿Qué me importa a mí, qué importa al Congreso que entre por esas puertas el uno o el otro de los dos combatientes? Lo que importa mucho, lo que importa sobre todo, lo que no puede pasar desapercibido, es el ataque más sangriento que se ha hecho en ocasión alguna al sistema constitucional.

Mientras las arbitrariedades, mientras las violaciones de los derechos del ciudadano no pasaban de los agentes subalternos de la autoridad, todavía podía tenerse la esperanza de reclamar a las autoridades superiores, todavía podía encontrarse remedio para el mal; pero cuando esos atropellos y esas demasías vienen a sancionarse por altos Cuerpos del Estado, entonces no quedan más que remedios heroicos, que suelen producir enfermedades mayores que las que se trata de curar; entonces al ciudadano no le queda esperanza ninguna, no tiene abierto más que dos caminos, óigalo bien al Congreso; o el triste camino de la resignación, o el no menos triste, pero más doloroso para él y para al Estado, de apelar para volver a adquirir sus derechos a las mismas armas veladas a que han acudido los Gobiernos para arrebatárselas. Esto es muy grave, y para esto me levanto hoy principalmente. ¿Qué me importa, como he dicho antes, aparte de la cuestión legal, que venga aquí el señor Cid, a quien no conozco ni he oído nombrar nunca, o que venga a sentarse entre nosotros el Sr. Santa Ana? ¿Qué le importa eso a la minoría, qué a la mayoría, qué al Gobierno? ¿Por ventura, vista la importancia que se ha dado a esta cuestión, es que Catilina disputa la entrada aquí a Cicerón? ¿Es que se trata de una persona cuya posición política, cuya clavada inteligencia, cuyas terribles dotes pueden servir de tal apoyo al Gobierno, que quedan anuladas completamente las oposiciones? O por al contrario, ¿se trata de evitar aquí la entrada a un individuo de la oposición que con sus terribles ataques y con sus tremendas armas pueda anular toda la fuerza de que el Gobierno pueda disponer? No, Sres. Diputados; se trata de dos candidatos que no han de hacer variar en nada ni para nada la faz del Congreso; se trata de dos candidatos de las ideas del Gobierno, y cualquiera de los dos que entre aquí no hará más que ser uno de tantos de la mayoría. ¿Y para esto se desatienden los deberes más sagrados, se atropellan las garantías de los ciudadanos, y se conculcan todas las leyes?

Para esto me he levantado yo principalmente, no a defender ni atacar cualquiera de los dos resultados que puedan provenir de esta elección. ¿Qué significa el voto que dio anteayer la Cámara? Significa que era bueno, que era legítimo, que era legal cuanto ha ocurrido en la elección de Castrojeriz; significa que debe aprobarse el dictamen de la Comisión de que en este momento me estoy ocupando; significa que va a ser proclamado el Diputado ministerial, o mejor dicho, siendo los dos ministeriales, el candidato más ministerial o más aceptado por el Gobierno. Pues bien: si es legítimo todo lo que allí ha ocurrido; si es legítimo, si es legal, lo vamos a ver ahora con la exposición de los hechos que allí han tenido lugar, y con las contestaciones que aquí se han dado a esa exposición. Vamos a examinar los hechos allí ocurridos por orden cronológico, porque las elecciones en aquel distrito empiezan mucho tiempo antes de verificarse las segundas elecciones, empiezan por lo menos desde principio de año.

Primer hecho. Emisarios mandados por el gobernador a aquel distrito; emisarios que eran empleados del Gobierno civil de la provincia de Burgos, iban encargados de proclamar al candidato ministerial, al candidato más ministerial, para que nos entendamos. Estos emisarios empleados del Gobierno iban recorriendo los pueblos, publicando la candidatura del señor Santa Ana, y leyendo a los electores una circular del gobernador, que en esta parte procedió con alguna mayor cautela que procedió después con otras cartas de que me haré cargo. Esos emisarios sacaban la circular, la leían a los electores, y después añadían de su cosecha o de la del gobernador estas palabras: [2.500]

" Si no le votan Vds., acababa diciendo a los electores, si no le votan Vds., saldrá Diputado, aunque se agote todo el catálogo de las ilegalidades." No es extraño que ocupando a los empleados en estas operaciones no cumplan con su deber, y que en lugar de una docena de empleados necesitemos dos y estemos mal servidos. Esto es natural: así aumenta el presupuesto del personal, y sin embargo de aumentar el presupuesto del personal, único que viene progresado en este país hace mucho tiempo, está el país mal administrado y peor servido. Yo deseo que el Gobierno me diga si entiende así, como el gobernador de Burgos, lo que él llama influencia moral. Los Ministros sin duda acostumbran a dejar el banco cuando se discute, para evitar el responder a los cargos que se les dirigen; y bueno fuera que ya que lo dejan durante las discusiones, lo dejarán también en el momento de las votaciones. Yo deseo, repito, que sino esta ahí el Gobierno, la Mesa le haga presente que me alegraría saber lo que contesta el Gobierno: si es así como entiende la que él-ha llamado influencia moral en las elecciones. Así debe entenderla, si hemos de atender al voto que dio en la sesión de antes de ayer. ¿Es así como también entiende la mayoría del Congreso esa influencia moral del Gobierno en las elecciones? Pues si es así, Sres. Diputados, y si esto es lo que votó antes de ayer la mayoría del Congreso, tenedlo entendido, se ha sancionado aquí el principio de que llegado el momento de verificarse las elecciones, los empleados del Gobierno tienen que abandonar los expedientes afectos a sus destinos para ir a recorrer los distritos y sostener la candidatura del Diputado ministerial. Aquí no se trata de que lo haya hecho un empleado; porque, admitida la doctrina, pueden hacerlo dos, tres, todos los que quieran. Esto es evidente, no necesita demostración, pues lo que es bueno en uno, es bueno en dos, en diez, en veinte: por consiguiente, lo que ha sancionado, ni más ni menos, la mayoría del Congreso con su voto, ha sido el que los empleados todos pueden abandonar sus destinos para ir a recorrer los pueblos y proclamar que el candidato que deben votar los electores es el candidato ministerial.

Segundo hecho. Cartas dirigidas por el gobernador, firmadas por el gobernador. Aquí no se valió de emisarios a los electores, de los cuales había algunos que sabía tenían parientes empleados, así como había empleados que tenían parientes electores, sino que se dirigió a los mismos empleados, como si un empleado fuese responsable de las opiniones que pueda tener un pariente suyo próximo o lejano; como si un empleado tuviese la culpa del voto que un pariente suyo lejano o próximo pueda emitir en una elección. Atiendan los Sres. Diputados, atiendan a la carta que pasaba el gobernador a uno de estos electores.

Decía este gobernador, primer agente del Gobierno en la provincia de Burgos, lo siguiente, Sres. Diputados:

" Comprendo y respeto los compromisos de los electores; pero también entiendo que por falta de meditación pueden ocasionarse disgustos irremediables en las familias. Digo esto, porque teniendo Vd. un cuñado en Castrojeriz (¡un cuñado, señores!), que es administrador de propiedades y derechos del Estado, debo suponer tenga interés en que no pierda el destino, como es probable que así suceda toda vez que Vd. sea hostil con el voto que tiene, al Sr. Santa Ana, etc."

 Señores, ¿se puede dar un escándalo mayor? ¿No es esta una burla completa del sistema representativo? Yo pregunto también al Gobierno: ¿autoriza esta carta del gobernador de Burgos? ¿Es esta, señores, es esta la manera de comprender lo que el Gobierno ha llamado influencia moral? ¿La comprende así la mayoría de este Congreso? Pues si el Gobierno la comprende así, y la mayoría del Congreso también, yo repito aquí muy alto, como he tenido la ocasión de hacerlo otras veces: esta no es influencia moral; esta es influencia inmoral.

Yo voy a decir más. Yo, Sres. Diputados, que no tengo por inmoral sólo a los Gobiernos que despilfarran los caudales públicos; que no doy esta calificación sólo a los que malversan los caudales del Estado; yo que aplico también este epíteto a los que violan los derechos de los ciudadanos, a los que atropellan sus garantías, que se burlan de las leyes; a los que insultan, porque insultar es, a la Representación nacional; si es esto lo que el Gobierno quiere, si es esto lo que el Gobierno tolera, yo digo aquí muy alto: este Gobierno es inmoral. Ved, Sres. Diputados, que no estamos tratando de una cuestión de actas, no, sino que estamos tratando de una elevadísima cuestión Constitucional.

Señores, ¿es esto lo que nos dijo la mayoría del Congreso en la última votación que hubo sobre este asunto? ¿Es esto lo que quiso votar el Gobierno? Pues si es esto lo que quisieron votar el Gobierno y la mayoría, lástima me da.....

El Sr. VICEPRESIDENTE (Lafuente): Considere V. S., Sr. Diputado, que no hay derecho para interpretar en tal sentido el voto de la mayoría del Congreso.

El Sr. SAGASTA: No estoy interpretando el voto de la mayoría, Sr. Presidente, estoy hablando condicionalmente; y como el voto negativo que la mayoría dio el otro día supone un voto positivo al dictamen de la mayoría de la Comisión, porque no es ni más ni menos que un voto positivo, tengo que referirme implícitamente, aunque no quisiera, al voto que dio el otro día la mayoría del Congreso: yo no tengo la culpa de las consecuencias que de él puedan desprenderse.

Tercer hecho. Suspensión o separación o licencia forzosa de siete alcaldes en el distrito la víspera de las elecciones. ¡Qué grandísima casualidad! Todos los alcaldes habían sido probos; pero llegaron las elecciones y todos fueron malos. Seis o siete alcaldes han sido separados de sus funciones; pero vea el Congreso con qué fórmulas han silo separados. En uno de los oficios dice el gobernador al alcalde: " Se suspende a Vd. porque contraviene a mis disposiciones legales." ¿Ha contravenido este alcalde a las disposiciones legales del gobernador? ¿Dónde está el expediente? ¿Se ha entregado a ese alcalde a los tribunales? Pues una de dos: o ha contravenido a las disposiciones legales del gobernador, o no ha contravenido. Si ha contravenido, expediente debe haber; si no ha contravenido hay una falsedad. Y entonces, ¿dónde está el expediente que se ha formado a ese señor gobernador? O ha faltado el gobernador, o ha faltado el Gobierno.

Otra fórmula," Suspendo a Vd. porque, según informes que he recibido de ese pueblo, así conviene al orden público." (Risas.) Yo no quiero hacer comentarios sobre esto, Sres. Diputados, porque me llevarían [2.501] muy lejos; me parece que esto no necesita más comentarios que la hilaridad con que lo ha recibido el Congreso.

Otra fórmula, y ésta es más franca, y más vale así." Le destituyo a Vd. en uso de mis atribuciones, porque me autoriza a ello el articulo tantos de la ley de Ayuntamientos." Esto es más franco, más leal, es mejor.

Pues bien: en un distrito tan pequeño, en un distrito que comprende tan pocos pueblos, no ha costado esta última elección más que siete alcaldes, la muerte de siete alcaldes.

Antes de la elección se encontró el alcalde presidente de una de las secciones en que se dividió este distrito por primera vez, pues desde el año de 1.845 no hay ejemplo de esta división, se encontró, digo, con un oficio en que el señor gobernador de Burgos se servía darle licencia sin haberla solicitado; pero el gobernador tenía necesidad de sustituir a este alcalde con otro, y entonces no se le ocurre la sustitución natural del teniente primero, segundo, etc-., no; quien le sustituye es un regidor. ¿Y quién es este regidor? Uno que era alcalde en las elecciones pasadas y se le suspendió del cargo por razones que la Comisión nos dijo; va a buscar a un regidor que siendo alcalde en las elecciones anteriores, fue separado por razones que va a oír el Congreso, y que nos dice la Comisión de actas, que era entonces la misma que hoy.

" Pero dice el Sr. Belda: es que no solamente hay estos tríos y faltas graves sobre la rectificación de las listas, sino que el gobernador ha separado sin razón al alcalde de la cabeza del distrito. Pues yo digo a S.S. que .para la separación de ese alcalde hay motivos fundadísimos; ese alcalde, que no es persona de arraigo y que quería ejercer el cargo porque le convenía mucho, contra la voluntad de sus convecinos y de los concejales últimamente elegidos, ese alcalde tiene contra sí instruido un voluminoso expediente en el Gobierno civil de Burgos, que es el que ha motivado esa providencia justísima del gobernador."

Esto decía la Comisión de actas en las elecciones anteriores, refiriéndose al alcalde a quien se separó, y ahora regidor. Pues a esa persona encausada, a esa persona de tales antecedentes es a la que eligió el gobernador para presidir la Mesa electoral, y ésta es la que ha aprobado la Comisión, y con la circunstancia agravante de haber sido sancionada por el Congreso la suspensión de este alcalde en las elecciones anteriores. Esto, señores, ¿no es una burla por parte del gobernador? ¿No es una burla lo que aquí se dice y lo que aquí se hace? Si no es esto, yo no sé lo que es.

La misma Comisión que entonces aprobaba la separación de ese alcalde, y que decía que había motivos justísimos para su separación, la misma Comisión decía que ejercía ese alcalde su cargo sin deber ejercerle, porque convenía mucho a sus intereses, que lo ejercía contra la voluntad de los vecinos, esa misma Comisión viene ahora a sancionar, y quiere que sancione el Congreso, la elección de alcalde hecha por el gobernador para estas segundas elecciones en esa misma persona que entonces fue separada. Pues bien: este señor alcalde, que ha parecido ahora bien a la Comisión, así como antes le pareció mal, este alcalde improvisado, es el que preside interinamente la Mesa provisional, la Mesa interina del distrito, y empieza por abusar de su autoridad, y empieza por negarse a admitir a los dos sujetos más ancianos y a los dos más jóvenes en la Mesa provisional; y no valen para obligarle ni aun los documentos justificativos, las fes de bautismo de que van provistos los dos individuos más ancianos y los dos más jóvenes; y lo que es peor, no vale para él nada ni aun la circunstancia de que en las primeras elecciones en este mismo distrito, entre los dos que se disputaban la edad había uno que con la fe de bautismo había probado ser más viejo: pues ahora este alcalde prueba con su resolución en estas segundas elecciones que el uno había vivido cuatro años mientras el otro no había vivido nada. No hay quien le convenza de que el que en realidad era más anciano era el que debía ocupar el puesto de secretario escrutador; que el otro era más joven en las elecciones anteriores, y debía naturalmente serlo ahora; nada le convence, nada vale, pues ni aun las fes de bautismo quiso ver ni examinar: así es que nombró los individuos que tuvo por conveniente; resultado, la Mesa interina de un color; mal dicho, de un candidato, porque aquí no había colores, todos eran iguales.

Se vota la Mesa definitiva, y de 49 electores que fueron juntos a votar un candidato, aparecen sólo, me parece que 27 papeletas; las otras 22 desaparecieron. Protestan los electores, y no sirve decir, como se ha dicho aquí, que no hubo esa falsedad; que lo que sucedió fue, que enterados los electores del candidato más ministerial, de las papeletas que empleaban los del menos ministerial, hicieron unas papeletas del mismo tamaño; pero da la casualidad de que el número de las papeletas de ese tamaño igual era el mismo que dijeron que les faltaban los que fueron a votar por el Sr. Cid, a quien yo no conozco. Y hay más: esos electores protestan y dicen públicamente que sus votos fueron dados a los secretarios escrutadores que no resultaron elegidos; y esos electores que no tienen inconveniente en decir públicamente que han votado a esos escrutadores, que protestan de eso, ¿no habían de tener valor para votar a esos mismos escrutadores en el misterio y en el secreto? Resulta, pues, evidente una falsedad en la constitución de la Mesa definitiva. Protestan contra eso, y la protesta no parece; otro delito de ocultación, delito también de falsedad según el Código, puesto que la ley dice que se unan al acta las protestas que se presenten en debida forma; otro delito por parte del alcalde.

Pasa el tiempo por el cual sin pedirla se dio al alcalde la licencia para que le sustituyese en aquellos días el que el gobernador quería. Recurre el teniente alcalde en uso de su derecho para ejercer el cargo de alcalde; el alcalde interino se niega a entregarle la Jurisdicción; se presenta al juez, y tampoco le administra Justicia; y ya hay aquí otro delito, delito de prolongación de funciones indebida. Acuden los electores al tribunal, y el tribunal no los oye; acuden al Consejo provincial, los oye, pero no les atiende; y por último, acuden también al Congreso. Y el Congreso ¿ha de contestar también lo que indebidamente han contestado el Juzgado y el Consejo provincial?

Otro hecho anterior a la elección. Llamamiento al despacho del gobernador del alcalde y mayores contribuyentes de Pampliega para decirles: si no votan ustedes al candidato Santa Ana, ese pueblo no tendrá la estación del camino de hierro.

Precisamente, señores, se trata de un camino de hierro que tuve el gusto de trazar. Es lástima que no hubiera descubierto yo antes ese gobernador que sabe [2.502] hacer trazados de caminos de hierro, porque me hubiera ahorrado muchos disgustos, muchos trabajos, muchas lluvias y muchos soles. Ya sabemos, señores Diputados, trazar caminos de hierro. Los pueblos que no voten al candidato más ministerial, si es que hay como en éste dos ministeriales, esos no tendrás ferrocarril, ni estación, ni nada; pero en cambio los que voten al candidato más ministerial, esos tendrán ferrocarril; es decir, que no hay necesidad de estudiar sobre el terreno para formar el trazado del camino. Puntos de sujeción para el trazado de un ferrocarril: los pueblos que votar al candidato ministerial. ¿Se puede dar una superchería semejante?

Otro hecho. Llamamiento del alcalde a las personas del pueblo de Sasamon; ¿para qué creen los señores Diputados? Para ofrecerles porciones de terreno en cambio de votos.

En Sasamon hay un terreno baldío que ya por costumbre se viene dando en porciones cada año a los braceros del pueblo. Pues bien: ese alcalde llama a los electores y parientes de los electores que eran braceros, que vienen aprovechándose de esos terrenos por una costumbre de hace muchos años, y les dice: si no votan Vds. al candidato más ministerial, al Sr. Santa Ana, esos terrenos se van a sacar a pública subasta; pero si le votan Vds., entonces se repartirán.

Aquí tenemos ya a un alcalde y a un gobernador; pues los dos continúan en sus puestos a pesar de lo que han hecho, autorizados para dar terrenos en cambio de votos. ¿De quién serán esos terrenos? ¿Serán del alcalde? Estas cosas, Sres. Diputados, no necesitan comentarios; yo no los quiero hacer.

Otra porción de cosas podía yo manifestar al Congreso; pero creo que las que llevo dichas bastan y sobran para comprender que el acta de Castrogeriz, valiéndome de una expresión vulgar; no tiene el diablo por donde cogerla. Yo no he visto nada igual, y estoy seguro que tampoco lo habrán visto los Sres. Diputados.

Aquí ha habido todo dinero de coacciones, todo género de amenazas; todo género de ofrecimientos: ¿y qué resulta de esto? Que esos electores que se ven contrariados en sus derechos acuden a una autoridad y a otra autoridad y por último al Congreso, y en todas partes encuentran las puertas cerradas. Se levanta después un individuo de la Comisión a decir eso será, cierto, pero no viene legalmente justificado. ¿No viene legalmente justificado? ¿Y quién tiene la culpa de que no venga legalmente justificado? ¿La tienen los electores? ¡Los electores! ¿Pues no acudieron a pedir la justificación al juez, y el juez se negó a darla? ¿Qué contestó el fiscal a la petición? Dijo lo siguiente:" Cuando los electores acuden a reclamar justificaciones, prueba de que no tienen razón cuando acuden a medios reprobados:" llama el fiscal medios reprobados a la petición de las justificaciones. Después de todo esto se nos viene a decir que no traen las justificaciones. ¿Cómo las han de traer si se les niegan? ¿Cómo las han de traer si el ministerio fiscal opina de una manera tan absurda, por no calificarla más duramente? Pues una de dos: o debieron admitirse esas justificaciones, o no; si debieron admitírseles, ¿por qué no se exige la responsabilidad a quien se la negó? Y si no debieron admitírseles, ¿para qué se les exige ahora? ¿para qué se dice que no traen las justificaciones?

Reasumiendo, pues, Sres. Diputados, y siguiendo las cosas como hasta aquí, la práctica del sistema constitucional, la práctica de la cartilla constitucional es la siguiente:

Los ciudadanos tienen deberes que cumplir; y en cambio se les conceden derechos que disfrutar: el ciudadano cumple sus deberes, y ¡ay de aquel que no los cumpla! Pero llega el caso de hacer uso de sus derechos: va el ciudadano en la seguridad de que ha de encontrar tanta facilidad para disfrutar de aquellos derechos como han tenido los demás para exigirle el cumplimiento de sus deberes, y el ciudadano sin embargo se encuentra con que no puede hacer uso de esos derechos; y apela a una autoridad, y va al Juzgado, y del Juzgado va al Consejo provincial, y de éste viene al Congreso, y se encuentra, como se desprende de la sesión de antes de ayer, con las puertas cerradas por parte de las autoridades, y que son recibidos con una carcajada por parte del Congreso; y ese ciudadano cansado y herido en su amor propio se retira a su casa, y no vuelve otra vez a molestarse más que para cumplir los deberes que se lo exigen con la misma puntualidad que antes. Ésta, ni más ni menos, es la práctica de la cartilla constitucional del ciudadano.

Decidme, Sres. Diputados: ¿hay un sistema peor que éste? Ninguno. En los sistemas absolutos, en aquellos sistemas en que el ciudadano no tiene más que deberes que cumplir, y nunca derechos que disfrutar, el ciudadano sabe a qué arreglar su conducta, sabe que tiene que resignarse a cumplir con sus deberes nada más; pero aquí vive, no sólo con la resignación de haber de cumplir sus deberes y de no disfrutar los derechos que se le conceden, sino además con la resignación de la rechifla y el engaño que constantemente está viendo.

¿Qué les importa a los electores de Castrojeriz el que en la Constitución y en la ley electoral se les consignen esos derechos, si van a hacer uso de ellos y no se les permite, si apelan a una y a otra autoridad y la autoridad les cierra la puerta? ¿Qué les importa a esos electores tener o no tener derechos? Mejor les fuera no tenerlos.

Pues esto, Sres. Diputados, es lo que ha ocurrido en la elección de Castrojeriz; esto es sin duda lo que ha querido sancionar el Congreso en la sesión de antes de ayer.

Ya he dicho, señores, antes que cuando esto sucede, cuando estos excesos parten de las autoridades subalternas, de los agentes inferiores del Gobierno, todavía el ciudadano tiene esperanza de recuperar sus perdidos derechos; pero, señores, cuando esos abusos, cuando esas arbitrariedades son sancionadas por los altos Poderes del Estado; cuando han recibido su sanción de las Cortes, no queda al ciudadano más que uno de los dos caminos que indique al principio de mi discurso.

Sin embargo de lo ocurrido en Castrojeriz, sin embargo de que, como decía antes, no estaba Catilina a la puerta para impedir la entrada a Cicerón, ¿cuál ha sido la importancia que el Gobierno ha dado a esta cuestión? ¿Cuál la actitud que en ella ha tomado?

La que no ha tomado en ninguna de las elecciones anteriores; lo contrario de lo que ha dicho solemnemente en uno y otro Cuerpo Colegislador. ¿Por qué esta diferencia? ¿Por qué esta contrariedad?

El Sr. Luzuriaga decía en el Senado....

El Sr. VICEPRESIDENTE (Lafuente): Ya sabe V.S. que esa cita no se puede hacer aquí. [2503]

El Sr. SAGASTA: No era el Sr. Luzuriaga, era un periódico donde lo he leído, y decía lo siguiente con referencia, no me acuerdo a quién.

" Con este motivo tengo que dirigir dos súplicas al Gobierno, y que hacerle dos recomendaciones. La primera es, que no extienda su protección a aquellas elecciones en que se convenza de que ha habido un vicio radical que las anule. El Gobierno me hace un signo afirmativo, yo lo agradezco y recojo la palabra...."

(De poco le sirvió cogerle la palabra, porque después se le ha escapado.)

Esto pasaba en el otro Cuerpo Colegislador. Pues ahora verán los Sres. Diputados lo que ha pasado en éste.

Decía el Sr. Posada Herrera, que debe estar indispuesto. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros : No lo está; está bueno.) Pues debiera estar ahí para contestar a los cargos graves que le estoy dirigiendo. Decía el Sr. Posada Herrera:

" En el caso a que ha referido el Sr. Calvo Asensio de un dictamen, creo que sobre elecciones, el Gobierno no toma parte directa ni indirecta en el debate, porque en todos los de actas habrá observado el Congreso que cuando la Comisión no esta unánime se abstiene de intervenir en las discusiones.

Cuando la Comisión se halla unánime, vota con ella; pero cuando se separan sus individuos, el Gobierno no apoya ninguna opinión particular, y respeta la opinión de la mayoría."

Pero esta idea la consignaba también el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, que tan solícito se ha manifestado estos días, y tan puntual a las sesiones. Deseo que los taquígrafos se sirvan tomar nota de estos parrafitos que voy leyendo.

" El Sr. 0lózaga (decía el Sr. Conde de Lucena) entrando ya a contestar a los amonestaciones, a las indicaciones que ha dirigido al Gobierno de S. M., se ha quejado de que el Gobierno no venga aquí a tomar parte en las discusiones de actas. El Gobierno acepta ese cargo: el Gobierno ha seguido un principio, que es el que constantemente le ha guiado en estas materias: el Gobierno discutió en Consejo de Ministros al abrirse las Cortes si debía o no tomar parte en la discusión de actas, y resolvió por unanimidad que no. El Gobierno quería que el Congreso discutiera la validez de cada acta; que fuese el Congreso el que decidiera de los cargos que pudiesen dirigirse contra las autoridades, contra los funcionarios públicos, pasando el tanto de culpa al mismo. Pues a pesar de esta consideración justa, debida a la autoridad del Congreso, que es el juez único que debe resolver la validez de sus actas, se le quiere hacer un cargo al Gobierno porque ha querido permanecer impasible; no ha querido tomar parte en las discusiones del Congreso para decidir si un acta es válida no es válida."

Es decir, señores, que el Gobierno no quería tomar parte directa ni indirectamente, no quería decidir de ninguna manera sobre la validez o nulidad de las actas. Y esto lo ha venido en efecto haciendo el Gobierno, hasta el voto particular que ha sido objeto de nuestra deliberación antes de ayer, y hasta el dictamen de la Comisión que es objeto de nuestra discusión hoy. El Gobierno, conforme con esta doctrina expresada y repetida, ya por el Sr. Posada Herrera, ya por el Sr. Conde de Lucena, no ha tomado parte directa ni indirecta, no ha discutido ni votado; primero, en el voto particular del distrito de Padrón, sesión del 21 de Febrero; segundo, en el voto particular sobre el acta del Ferrol, sesión del 24 de Febrero; tercero, en el voto particular sobre el acta de Olot, sesión del 18 de Marzo; cuarto, en el voto particular sobre las actas que nos ocupan; creo que no ha habido más votos particulares. Sin embargo, llega el acta de Castrogeriz, y ya toma parte directa el Gobierno: hay un voto particular en ella, y ha votado como el Congreso ha oído. Nunca, señores, he visto más poblado el banco ministerial; han votado todos los Ministros que pueden votar aquí, todos los que son Diputados. ¿Por qué esta distinción? ¿Por qué esa diferencia entre esta acta y las anteriores? Y luego ¿para qué? Para lo que dije antes: ni el Gobierno, ni la mayoría, ni la minoría ganamos nada con que entre uno u otro, ni perdemos tampoco; nos es completamente indiferente; los dos son del Gobierno, y cualquiera que entre será uno más de la mayoría. Sin embargo, toma el Gobierno esa actitud, la hace tomar a la Cámara y se presenta esta cuestión como el gran caballo de batalla, como podía presentarse la cuestión más grande y trascendental que pudieran tratar los Cuerpos Colegisladores.

¡Ah, señores! Cuando así se abusa de las fuerzas de un Gobierno, es señal clara de su impotencia; no sabe qué hacer con sus fuerzas, no las puede poner en movimiento para grandes cuestiones, y las tiene que llamar y hacer presentes para las cuestiones pequeñas, para las cuestiones de personas. Para las cuestiones de personas sí, y así lo ha dicho terminantemente un individuo de la mayoría; así ha dicho aquí un individuo de la mayoría que estas cuestiones, cuestiones meramente legales, se resolvían aquí por simpatías o antipatías. Yo rechazo en nombre de la minoría, en nombre de la oposición, semejante absurdo. Las simpatías y antipatías personales, ¿han de venir a ocupar a un Congreso llamado a resolver, a tratar aquí de los altos intereses del país? Las simpatías o antipatías personales, han de venir aquí a falsear la ley? ¡Qué absurdo! Y no parecía sino que el individuo de la mayoría quería con esto dirigir un cargo a los que habían votado en favor de la admisión del voto particular; parecía que venía a confirmar lo que el Gobierno hacía, resolver esta cuestión por antipatías o simpatías personales. Y en una cuestión personal, en una cuestión insignificante, sin ver que no es más que personal, se ¿compromete a toda la Cámara, se la hace tomar una actitud como en la cuestión más grave, se agotan las fuerzas del Gobierno y echa en la balanza todo el peso de su fuerza? iAh, señores! Cuando así se abusa de una máquina poderosa; cuando en lugar de emplearla en trabajos útiles y provechosos, se la pone en movimiento sólo para entretenerle, los ejes se desgastan, las ruedas se desquician, y el día que hay necesidad de valerse de la máquina para el objeto con que fue hecha, esa máquina no anda, esa máquina no sirve para el fin con que se construyó. Eso es lo que aquí sucederá, cuando vemos que todas las fuerzas las desgasta el Gobierno en cuestiones insignificantes; esto es lo que sucederá, cuando el Gobierno acaba de emplear sus fuerzas en resolver altos principios; en vez de tratar de resolver cuestiones de alta importancia, vemos que las emplea en cuestiones fútiles, en cuestiones de personalidad.

El Gobierno, señores, abusa así de las mayorías, y tras el abuso del Gobierno viene el desprestigio de [2.504] las mayorías. Repárese sino, Sres. Diputados, repárese lo que viene aconteciendo en este país: aquellos Gobiernos que cuentan con Congresos casi unánimes, desaparecen de la noche a la mañana. ¿Por qué? Porque han empezado por abusar de las mayorías; aquellas mayorías han perdido la fuerza moral, porque han apoyado a un Gobierno que no tiene fuerza.

Ya habéis oído, Sres. Diputados, lo que ha ocurrido en Castrojeriz. Que no se acuerde el Congreso de la resolución que tomó antes de ayer, para tomar hoy la que crea justa. Vote la mayoría del Congreso el dictamen que está puesto a discusión si así lo cree conveniente; vótelo enhorabuena; pero tenga entendido que votándolo se inscribirá en el libro de memorias una debilidad más de parte de la mayoría, y un título menos a la consideración pública por parte del Gobierno.



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